Metrópoli

“Fue Intento de Feminicidio”

Fabiola conoció a un hombre que juraba amarla; meses después, terminó brincando de azotea en azotea tratando de huir para salvar su vida. M. Santander la inmovilizó, la golpeo y trató de asfixiarla; hoy la mujer de 39 años busca justicia y pide apoyo a través de redes sociales.

“Fue Intento de Feminicidio”

“Fue Intento de Feminicidio”

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

No fue violencia intrafamiliar, fue intento de feminicidio, le dijeron a Fabiola Pozadas, tres días después de haber pasado la peor noche de su vida.  Las marcas en su cara, brazos y piernas son las huellas que quedaron después de la batalla que la noche del 15 de agosto transformó en un infierno su propia casa; las paredes y ventanas fueron testigos de su lucha por sobrevivir, contra un enemigo que durante cinco meses y medio aseguró amarla, pero que esa noche se convirtió en su verdugo.

Fabiola y M. Santander, quien es mejor conocido como Jaguart en el mundo del arte, eran novios desde hace meses, cuando un amigo en común los presentó; a partir de eso M. Santander, quien es arquitecto egresado de la Ibero, fue ganándose poco a poco la confianza de la joven.

Debido a que la casa de Jaguart estaba en obras de mantenimiento, él y su hija de 11 años estaban quedándose por unos días en casa de la mujer de 39 años. Hasta que aquel jueves los tres, entre risas y charlas veían una película; por la madrugada la menor decidió retirarse a dormir.

M. Santander la acompañó a su cuarto en el primer piso y luego de unos minutos bajó las escaleras enfurecido y protagonizando una escena de celos. “¿Con quién estás hablando? Quiero que me enseñes el celular, seguro me estás siendo infiel”, gritaba coléricamente el hombre.

En ese momento Fabiola pudo ver como la mirada amorosa y tranquila que solía tener Jaguart había desaparecido, y en su lugar odio y coraje emanaban de sus ojos; en ese momento el miedo se apoderó del cuerpo de la joven arquitecta, quien en una acción casi involuntaria le entregó el teléfono, tratando de tranquilizarlo y mostrarle que no había nada que ocultar.

Sin embargo, él continuaba actuando y gritando de manera violenta, por lo que la mujer corrió a su recámara, tomó su bolsa y las llaves del auto y de la casa y se dirigió hacia la puerta de salida.

A unos centímetros de la puerta, M. Santander la jaló de la cintura aventándola contra el sillón y arrebatándole sus llaves y bolsa. Entre gritos Fabiola suplicaba por ayuda “ ¡Auxilio, alguien ayúdenme!”, gritaba con la esperanza de que cualquiera entrara por la puerta y la sacara de ahí.

Al tratar de silenciarla, el hombre de 43 años se subió encima de ella, colocando sus rodillas sobre los brazos y pecho para inmovilizarla, mientras con sus manos le tapaba la boca, asfixiándola por varios momentos y apretándole con fuerza la mandíbula, como queriendo doblar un pedazo de cartón.

Durante 25 minutos Fabiola suplicó por ayuda y forcejeó con su agresor hasta que pudo zafarse y gritarle a la hija del hombre que la ayudara, pero todo fue en vano, pues la niña nunca se asomó.

Y en un intento desesperado por sobrevivir, Fabiola esquivó a su agresor y subió a toda velocidad las escaleras de su hogar hasta la terraza; Jaguart la alcanzó y apretándola con ambos brazos con la intención de volver a inmovilizarla, le dijo al oído que se sentara en una banca de las que estaban en una de las equinas de la terraza, la mujer fingiendo que se sentaba, sin dudarlo saltó sobre el techo de la casa.

Con el único pensamiento de ponerse a salvo, Fabiola, huyendo por su vida, saltó entre los techos de las casas aledañas, hasta que llegó a la casa de su vecina.

Con lágrimas en los ojos y moretones en casi todo el cuerpo le pidió a la vecina llamar a una patrulla para que M. Santander le regresara las llaves de su vehículo, de su hogar y su celular.  En ese momento su agresor tocó a la puerta y con voz tranquila y un semblante de preocupación le comentó a la vecina que quería hablar con Fabiola, que no sabía qué había pasado. Sin dudarlo, la vecina acompañó a Fabiola por su perro.

Luego de unos minutos, una patrulla arribó al lugar y sólo entonces, asustado por ver a los uniformados, M. Santander le devolvió a Fabiola sus pertenencias.

El 18 de agosto Fabiola Pozadas acudió a levantar su denuncia y abrir una carpeta de investigación para que el caso de agresión no quede impune y M. Santander sea sancionado.

Días después del ataque, Fabiola comenta: “La gente piensa que esto le pasa a cierto tipo de mujeres o que sólo cierto tipo de hombres pueden hacer estas cosas, pero yo soy arquitecta, independiente en todos los aspectos, ésta es mi casa y pasó aquí, yo no era dependiente de él en ningún aspecto, porque muchas veces se cree eso, que las  mujeres dependientes están a expensas de lo que  les pueda pasar con un hombre, y no. Él era una persona que se decía espiritual, con maestría, sensible al arte, culta, padre de dos hijas menores de edad ¿Quién me iba a decir que podía ser violento conmigo?”.

Fabiola luchó por su vida y hoy puede contar lo sucedido y clamar justicia, ya prepara una campaña en redes sociales para concientizar a la sociedad a que deje de culpabilizar a las mujeres víctimas de violencia y para motivar a que denuncien todas las que han vivido una agresión.