Hay delitos que se sienten en carne propia, si bien las casi dos décadas de violencia continua en nuestro país nos han acostumbrado a índices delictivos inaceptables, los homicidios, secuestros, lesiones en los que las víctimas son niños o mujeres, aún son capaces de recordarnos que vivimos una crisis y que no podemos aceptar que esta siga aumentando.

2020 inició como un año terrible, era imposible que no fuese así tras un 2019 que rebasó todos los récords de incidencia delictiva y violencia que recuerde nuestro país.

La cantidad de homicidios en entidades como Guanajuato, Chihuahua, Michoacán, Veracruz, son tan sólo ejemplos que la violencia no termina por decreto, que no es suficiente declarar que la confrontación con la delincuencia terminó, que hay estrategia y que se atienden las causas, la realidad nos muestra que la violencia sigue creciendo precisamente porque ni hay estrategia, ni se atienden las causas de esta.

En medio de una semana en laquecentenares de personas perdieron la vida, nos enteramos de casos como el de Fátima o Ingrid, casos que trascienden la delincuencia común y son evidencia que vivimos en una sociedad violenta donde la vida no es valorada, el presidente López criticó las legítimas protestas de enojo ante la crisis de violencia, culpa al modelo económico de esta y manda señales que sólo pueden confundir a las fuerzas federales que combaten los delitos.

Cuando López Obrador desde Palacio Nacional critica a las mujeres que buscan visualizar la violencia de género, cuando el presidente afirma que la apertura de maquiladoras en Ciudad Juárez es la culpable de los feminicidios y frente a la Guardia Nacional afirma que “los delincuentes son seres humanos que merecen nuestro respeto”, exhibe que su diagnóstico y la solución que propone están mal.

Ya sea que el presidente López Obrador siga sin entender o siga abiertamente mintiendo, el problema de nuestro país radica en instituciones débiles, que carecen de todo; en líderes que no tienen idea ni se dejan ayudar y que aprovechan que la sociedad mexicana no es contrapeso y no exige rendición de cuentas obligada a toda autoridad.

No hay ninguna evidencia que el modelo económico neoliberal sea un incentivo a la violencia, si acaso lo contrario, para que el modelo económico neoliberal prospere, se requiere un sólido Estado de Derecho.

Del mismo modo, López debe ser cuidadoso con el mensaje que manda a las fuerzas federales y a los delincuentes, hay una gran diferencia entre “ofrecer nuestro respeto a los delincuentes” y exigir que la respuesta del Estado sea siempre aplicando protocolos que contemplen el uso racional de la fuerza, el respeto a los derechos humanos, las necesarias garantías de debido proceso y la reinserción social.

Definitivamente el presidente se está equivocando, si lo que busca es que bajen los delitos y haya respeto al debido proceso para cualquier persona, necesita hacer exactamente lo contrario de lo que está haciendo, necesita escuchar a las víctimas, necesita respetar a quien piensa diferente a él, necesita destinar los recursos suficientes para el fortalecimiento institucional, necesita definir un rumbo y necesita demostrar que en México los derechos de las personas importan.

Director general del Observatorio Nacional Ciudadano
@frarivasCoL

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