Ana Velasco

En la producción de drogas, el trabajo remoto no es posible. Wuhan, la ciudad china donde se registraron los primeros brotes, es conocida por su producción de productos químicos, incluidos los ingredientes necesarios para preparar fentanilo y otros poderosos opioides sintéticos.

El fentanilo es difícil de producir desde cero, por lo que el suministro de precursores de China ha sido una parte integral de la cadena criminal. Después de que se declarara la cuarentena en la provincia de Hubei, cuya capital es Wuhan, el 23 de enero de 2020, la cadena se rompió. La fábrica más grande para la producción de precursores para el fentanilo se detuvo.

El COVID-19 logró, al menos temporalmente, lo que el gobierno de Estados Unidos no ha podido hacer: reducir el suministro de precursores de fentanilo en el territorio. La periodista Kate Linthicum del diario Los Angeles Times reportó en abril que investigadores en su país detectaron desde febrero que vendedores de precursores comenzaron a publicar disculpas en los sitios en línea donde regularmente se venden estos productos químicos.

Esta interrupción en la oferta habría empujado el precio de la droga al alza. De acuerdo con la Administración para el Control de Drogas (DEA por sus siglas en inglés), el precio de una pastilla de fentanilo ese mes sería de aproximadamente 7 dólares, dos dólares más caro que antes de la pandemia; mientras que en algunas ciudades el precio se habría incluso duplicado.

Los traficantes de fentanilo en México también fueron afectados pues tampoco tuvieron acceso a los precursores importados. Las organizaciones criminales mexicanas incursionaron en el mercado de fentanilo desde hace al menos dos años. Los primeros decomisos de la droga ocurrieron en 2018 en los estados de Sinaloa, Sonora y Ciudad de México.

El Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cartel de Sinaloa son identificados como los principales proveedores de drogas sintéticas, entre ellas el fentanilo. Parte del fentanilo que es producido en el este de Asia ingresa por los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas desde donde es traficado al mercado estadounidense.

Como describí en la columna “El fentanilo en la relación México-Estados Unidos” (https://www.eluniversal.com.mx/columna/observatorio-nacional-ciudadano/nacion/el-fentanilo-en-la-relacion-mexico-estados-unidos) publicada en este mismo espacio en junio de 2019, Estados Unidos ha intentado al más alto nivel persuadir a China para que clasifique el fentanilo como una sustancia controlada para limitar su exportación. Las autoridades chinas han aceptado, con renunecia, aumentar las restricciones a algunos precursores.

Pero ante lo que consideran medidas insuficientes, Estados Unidos continúa presionando. El 23 de agosto de 2019, Donald Trump publicó un tweet en el que culpó a China del ingreso de fentanilo por mensajería. El gobierno chino ha negado repetidamente las acusaciones.

China también ha sido señalada por el hecho de que después de que los fabricantes de este país detuvieron las ventas directas de precursores a Estados Unidos, encontraron una vía alterna por México. Dicha acusación fue duramente criticada por el subdirector de Control de Drogas de China, Liu Yuejin, quien dijo que no existían pruebas de tal ingreso. En noviembre, en la provincia de Hebei, se llevó a cabo un juicio muy mediático a comerciantes de fentanilo arrestados por una denuncia estadounidense.

El jefe de la pandilla fue sentenciado a muerte y otros miembros del grupo a cadena perpetua. Sin embargo, es difícil ignorar el contraste entre las acciones -y negaciones- de las autoridades chinas con respecto al papel de su país en la cadena de suministro de esta droga y los efectos que la cuarentena en Wuhan tuvo sobre la oferta de fentanilo.

En Wuhan, las medidas de confinamiento fueron levantadas en abril, lo que indicó que la oferta de precursores químicos también se reactivó. Sin embargo, se esperaría que la crisis de COVID-19 represente un incentivo para mejorar la resistencia de sus procesos. Es claro que depender de los precursores importados es un factor de riesgo para su negocio. Si el precio de la droga se mantiene relativamente alto en las calles, es probable que intenten diversificar las fuentes de suministro. Una alternativa es India.

Además, como había anticipado en este mismo espacio hace un año, las organizaciones criminales mexicanas requerían tiempo para mejorar sus procesos, elevar la calidad de su producto y aumentar el volumen de producción. Medios mexicanos y el portal Insight Crime han reportado en los últimos meses que Zacatecas se ha convertido en una nueva ruta importante para el tráfico de la droga. Un reporte del mismo portal y el Mexico Institute de febrero de 2019 aún no lo identificaba.

Esto indica que están avanzando en esa curva de aprendizaje y que no han perdido interés en abarcar un mayor espacio del mercado estadounidense, especialmente tras el aumento de la presión estadounidense a China.

Como es el caso con otras drogas ilegales, el precio del fentanilo es clave para identificar la población de consumidores. En Canadá, otro mercado de fentanilo, se han documentado los estragos que causa en comunidades indígenas en las que, por causas estructurales de exclusión y racismo, existen niveles altos de desempleo y pobreza. Es decir, además de ser una droga altamente adictiva, es consumida por grupos vulnerables que con frecuencia son criminalizados.

Este es un factor clave en la coyuntura de crisis económica actual. Está por verse cuál será el comportamiento de la demanda de una droga de relativo bajo precio en los próximos meses y si, como han advertido expertos en crimen organizado, las organizaciones intentarán fomentar el consumo en el mercado mexicano.

Investigadora del Observatorio Nacional Ciudadano

@_anavelasco

Google News

TEMAS RELACIONADOS